Las vacaciones de Navidad son un momento perfecto para que los padres lleven a los niños a revisión, aprovechando esos días alejados de las rutinas escolares. Es por ello que desde la Sociedad Española de Ortodoncia y Ortopedia Dentofacial (SEDO) nos recuerdan la importancia de que los niños se sometan a una revisión ortodóncica a los 6 años y preferiblemente no más tarde de los 7.

Esa es la edad en la que salen los primeros molares definitivos, por ello es el momento ideal para que un ortodoncista revise al niño y corrobore que la erupción de la dentadura definitiva se está desarrollando correctamente. De no ser así, esta detección temprana permitiría al especialista en ortodoncia detectar a tiempo y corregir determinados problemas que en la edad adulta pueden volverse mucho más complejos. No hay que olvidar que la ortodoncia no solo alinea dientes, sino que también trata aquellas irregularidades en el crecimiento de los huesos del maxilar y la mandíbula, favoreciendo que los dientes encajen bien entre ellos.

Cuando la malformación es muy evidente, con frecuencia son los padres los que llevan a sus hijos a las clínicas de ortodoncia para consultar si existe algún problema. Suelen ser cosas visibles como dientes proyectados hacia delante, popularmente conocidos como “de conejo”, o una mandíbula prominente o demasiado retraída... por ejemplo.

Pero hay otros casos en los que se producen irregularidades en el crecimiento del maxilar o de la mandíbula que un ortodoncista puede diagnosticar a tiempo, evitando que a futuro esos pequeños pacientes tengan que someterse a ortodoncia y, en muchos casos, a una operación de cirugía ortognática. Aunque esta revisión puede hacerse incluso hasta los 9 años, si es necesario realizar un tratamiento ortopédico será mucho más sencillo con 6 años. Que los dientes encajen mal puede generar problemas de mordida, que, a su vez, pueden originar problemas de equilibrio, dolores de cabeza, espalda, cuello u oídos. Si la mandíbula y el maxilar no están en armonía pueden causar afecciones funcionales relacionadas con la respiración, la masticación o las articulaciones.

La detección rápida es importante

Aunque muchos padres creen que no es hasta que hayan cambiado todos los dientes de leche por los definitivos (sobre los 12 o 13 años aproximadamente) cuando hay que llevar a los niños al ortodoncista por primera vez, esto es demasiado tarde en caso de que sea necesario hacer un tratamiento ortopédico o interceptivo.

Cuando las maloclusiones son dentarias se pueden solucionar en cualquier momento (incluso en la edad adulta) con brackets o alineadores transparentes, pero cuando son esqueléticas es cuando es importante diagnosticarlas de manera temprana para que el ortodoncista determine el momento más adecuado para intervenir de un modo más rápido y sencillo.

Un problema ortodóncico que no se soluciona a tiempo puede causar una mala masticación, lo que puede provocar problemas digestivos, o desgaste de las piezas dentales entre otras cosas.

Que encajen bien los dientes superiores y los inferiores evita que se vayan desgastando y se vaya cargando la articulación temporomandibular, es decir, la articulación que une la mandíbula con el resto del cráneo. Cuando se produce el llamado síndrome del ATM se pueden producir cefaleas, dolores en diversas zonas de la cara, del cuello, oído…que muchos pacientes padecen y que no relacionan con morder mal. También pueden crear alteraciones en la fonación y en el habla. En muchos de esos casos es necesario colocar los maxilares en su posición correcta mediante un tratamiento combinado de ortodoncia con cirugía ortognática en la edad adulta.